Una pregunta sobre lo espiritual como forma de escape. Francis responde - 146

Francis Lucille

Hola Francis, lo primero de todo Feliz Navidad.

Espero que tengas un momento para esta pequeña pregunta que me ha estado rondando la cabeza.

Como hay más presencia en este espacio, parece que a veces la vida nos puede dar un susto y como esa paz siempre está a mano, “yendo allí”, parece que uno la usa como un amortiguador, y estoy bastante seguro que es como un bypass o forma de escape espiritual. Por otro lado, si esa paz es real y uno se puede ahorrar el sufrimiento, parece que no tiene sentido dejarse caer en el sufrimiento.

¿Podrías iluminar este tema, de manera que pueda saber un poco mejor cuando me estoy engañando y no viviendo mi vida directamente?

Espero que tenga sentido…

Mis mejores deseos para las fiestas, ¡Namaste!

Guillermo.

Estimado Guillermo,

El alivio que se origina desde un “espacio” o una “presencia” a la que podemos “ir” tiene una esperanza de vida muy corta, porque tal espacio o presencia es todavía, un estado de la mente. El alivio que se origina en la experiencia de nuestra verdadera naturaleza es eterno. Me gustaría usar una metáfora para ilustrar este punto. Un niño va de paseo con sus padres a la luz de la luna. Al pasar delante de una puerta protegida por dos leones, teme por su vida, pues parecen reales. Habiendo conseguido pasar por delante de los monstruos, se siente aliviado al distanciarse de la puerta. Sin embargo su alivio es corto porque tiene que pasar por la misma puerta al volver. Un día al pasar por la misma puerta al mediodía, se da cuenta de que los leones son de piedra. Inmediatamente se siente aliviado de su miedo para siempre. En esta metáfora, el alivio transitorio experimentado al alejarse de la zona de peligro corresponde al “amortiguamiento” que se consigue por la práctica espiritual, mientras que el alivio permanente experimentado como consecuencia del descubrimiento de la verdadera naturaleza de los leones, corresponde a la paz y felicidad que siguen al descubrimiento de nuestra realidad.

Con afecto,

Francis

Traducido por Carmen Areitio

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